En ocasiones, los límites entre los objetos de exteriorización y los de huella son difíciles de establecer, sin embargo, una constante en varios relatos latinoamericanos, según Velázquez y Ludmer, es que el objeto opera como un disparador del relato, cuya fuerza brinda una cierta plasticidad capaz de construir una narrativa coherente entre el pasado y el presente.
Sobre esta base, para dilucidar de manera articulada las funciones de varios objetos de memoria en este libro, propongo una lectura de dos planos y tres movimientos. Para los dos primeros, correspondientes a la inventio y a la dispositio de la narración, expondré las operaciones textuales con las que se presentan los materiales del libro y la aparente «desorganización» con que se articula; para el desarrollo de los tres movimientos, propongo las siguientes funciones: «Estar sin estar», «Buscar, perder, encontrar y recordar» y, finalmente, «relatar sin relatar».
Los materiales con los que se constituye la inventio son: fragmentos de texto en tercera persona; párrafos narrados en primera persona –con fecha y lugar desde donde se escribe–; descripciones del misterioso álbum de fotografías encontrado en el mercado persa de Santiago de Chile; y, varias imágenes de mapas, cartas, listas, libretas y vestigios del viaje realizado.
La dispositio es complicada, porque se constituye con base en la intercalación de los relatos llevados a cabo durante el viaje, por un lado, y notas fechadas a la manera de un diario personal, por el otro. En el primer caso, es donde están los fragmentos en tercera persona: «la viajera se levantó, salió de casa, etc..»; mientras que, en el segundo, los de la primera: «Me levanté de la cama, revisé mi ordenador…», que exponen sus sentimientos, impresiones, reflexiones, etc. Además, insertados a lo largo del texto, están las distintas descripciones y las fotos de los objetos del viaje. Todos estos elementos se distinguen con lo siguiente: títulos que dan una cohesión significativa al material escrito, como si se tratara de capítulos; distinciones tipográficas para destacar las oscilaciones de la voz narrativa; cesuras que separan a los fragmentos; y, finalmente, la inserción de pequeños textos al pie de página de las fotografías, que a veces explican la imagen y, en otras ocasiones, relatan una pequeña historia que se relaciona con el objeto fotografiado.
Planteado así, la inventio parece simple y la dispositio caprichosa, no obstante, al leer con más atención es posible constatar una lógica interna que se desprende de los movimientos mencionados líneas atrás.
En el primero de ellos, «Estar sin estar», se plantea la despersonalización de la protagonista, insinuada por las situaciones planteadas en la trama y los cambios en la enunciación del narrador. Como se ha dicho, al principio, el personaje encuentra el álbum de fotos, luego le intriga ver en su guarda la palabra Rimski y de ahí germina la posibilidad de realizar el viaje rumbo a Ulanov, para encontrar el origen de las imágenes y su posible relación familiar. La figuración del álbum es la clave hermenéutica de mayor relevancia en el texto, ya que se trata de una figura arquetípica de las narraciones de memoria, en donde se expone una colección muy personal de objetos que tanto evocan como problematizan la función de la fotografía, ese elemento vicario que sustituye casi completamente la memoria, en palabras de Susan Sontag. Sin embargo, aunque el álbum es crucial para la trama, el único argumento para vincularlo con la historia de la protagonista es la corazonada que ella siente al ver una palabra. En realidad, la relación que estriba entre el personaje y aquel compendio de imágenes está basada en la ilusión de un «aire de familia», cuyo vigor domina todos los actos que la viajera lleva a cabo a lo largo de la narración, pero no es garantía de un sentido de pertenencia confirmado. Según lo dicho, su presencia en el relato es incierta porque ella cree estar en el álbum al ver la palabra «Rimki», pero el resto de las evidencias no propenden a demostrarlo.
En cuanto a su relación con el objeto y la creación del libro que tenemos en las manos, también hay algunos aspectos importantes para la interpretación: por un lado, las personas retratadas, como se ha dicho, componen un grupo familiar que disfruta de vacaciones; el lector conoce las posturas, gestos y actividades que realizan porque la voz narrativa los describe, de tal manera que el álbum se compone de bellas ecfrasis donde se detallan las actividades felices y relajadas de los vacacionistas e, incluso, se aventuran posibles sentimientos o estados de ánimo que experimentaban al momento en que la instantánea fue hecha. Por otro lado, hay verdaderas imágenes expuestas sin mediación narrativa que vinculan lo que se cuenta con lo que se vive en la narración. Con lo anterior se puede colegir que la «viajera» protagonista, anhela estar en la historia de los vacacionistas y literalmente «la cuenta», mientras que su verdadera historia es la que una voz narrativa expresa adoptando la tercera persona y, de hecho, es la que sucede en el libro que el lector tiene frente así. Una mise en abyme de presencias vicarias, mediadas por la narración.