ODETTE CASAMAYOR-CISNEROS . Utopía, distopía e ingravidez: Reconfiguraciones cosmológicas en la narrativa postsoviética cubana. Madrid: Iberoamericana / Vervuert, 2013 (Nuevos Hispanismos), 360 pp.
ODETTE CASAMAYOR-CISNEROS . Utopía, distopía e ingravidez: Reconfiguraciones cosmológicas en la narrativa postsoviética cubana. Madrid: Iberoamericana / Vervuert, 2013 (Nuevos Hispanismos), 360 pp.
Traspasadas ya dos décadas del cisma histórico del colapso del bloque soviético, Odette Casamayor-Cisneros en Utopía, distopía e ingravidez revisa la narrativa cubana escrita en la isla a partir de ese momento, al que ella denomina «postsoviético». La investigadora examina los textos dejando de lado «el seductor factor generacional» para rastrear las estrategias desplegadas por los cubanos para vencer «el vacío y la deriva existencial», producto de la «crisis escatológica» (p.16). Así, distingue que, ante el enfrentamiento con cuestiones primigenias, los cubanos determinan tanto en qué creer como si, incluso, han de creer en algo. Las narraciones le permiten identificar tres posturas éticas, tres reconfiguraciones cosmológicas, la utopía, la distopía y la ingravidez.
Destaca en el libro que Casamayor-Cisneros desplaza sutil, pero efectivamente, los puntos de referencia en el estudio de la narrativa cubana escrita a partir de 1990. Por un lado, el empleo del adjetivo «postsoviético» alude más a una realidad histórica de cambios geopolíticos al mismo tiempo que inaugura otro tiempo, de tal forma que elude el problema de la periodización y el de la connotación de la emergencia económica al que apunta la mención del Periodo Especial. El empleo del vocablo postsoviético es empleado con más frecuencia en los países del antiguo bloque socialista, por ejemplo en los trabajos de Mikhail N. Epstein (Russian Postmodernism: New Perspectives on Post-Soviet Culture), se vuelve mucho más práctico y acertado para referirse al peculiar régimen de la isla, en el que, como señala Desiderio Navarro, coexisten diversas lógicas socio-económicas. Por otro, el libro se aleja de los tópicos más recurrentes de la crítica de la narrativa cubana de la época ―v.g. el hambre, los balseros, las jineteras, la diáspora…―, y se dedica a dilucidar qué implican a nivel ético dichos comportamientos. Por ello, quizá, se refiere al parteaguas de los años 1989-1991 no como una «crisis de tensiones acumuladas» ―una política y otra moral― (Jorge Fornet), sino como una crisis escatológica. Además, al intentar superar un análisis generacional, permite que sean los textos los que muestren los caminos de la reconfiguración del mundo de los personajes, no obstante, la organización de Utopía, distopía e ingravidez tiene fundamentales puntos en común con el previo estudio panorámico Los nuevos paradigmas (2006) de Jorge Fornet, que va de los ideales utópicos al desencanto.
El libro está organizado en tres secciones que siguen el camino de las tres respuestas ante la incertidumbre existencial; en ellas, y a partir de la lectura guiada de la investigadora cubana, vemos revelarse en la primera sección las relaciones entre Alejo Carpentier, Lezama Lima, Virgilio Piñera y la producción postsoviética de Leonardo Padura, Abilio Estévez, Senel Paz, Abel Prieto, Marilyn Bobes, Antonio José Ponte y Alexis Díaz-Pimienta, y en la segunda, las conexiones entre Reinaldo Arenas y Pedro Juan Gutiérrez. Casamayor-Cisneros encuentra que, a pesar de la diferencia entre ellos, Carpentier, Lezama y Piñera comparten un pensamiento utópico, ya sea mediante visiones del heroísmo racional, realista o trágico, con los cuales dialogan los escritores postsoviéticos; estos últimos mantienen una utopía moderna desde otras coordenadas, pues confían aún en la posibilidad o ilusión de progreso, tienen la esperanza en la mejora de condiciones del ser humano. En la sección se pone especial atención en el estudio de Carpentier, Lezama y Piñera, pues en la dilucidación de sus cosmologías pesa el análisis de los textos postsoviéticos. No obstante, la atención que reciben los autores canónicos, aunque comprensible en la lógica del texto, no se equipara con la que reciben los más recientes; el detalle del análisis de los primeros no es posible dedicarlo a los segundos, por lo que sólo se detiene con relativa holganza en los textos de Paz, Estévez, Padura y Prieto.
En el caso de la segunda sección, Distopía, el corpus de análisis se reduce a Reinaldo Arenas y a Pedro Juan Gutiérrez. La investigadora señala como antecedente de la devoción al caos de los personajes de Gutiérrez al absurdo ―en el sentido planteado por Albert Camus― que rastrea en los textos de Arenas y en su noción de un heroísmo impulsado por la caída en la distopía. Los personajes de Pedro Juan, señala Casamayor-Cisneros, en lugar de construir nuevas utopías, desdeñan todo esfuerzo que no sea indispensable para la diaria subsistencia. Cabe señalar que aunque la estudiosa elude tomar como criterio de clasificación la generación a la que pertenecen los autores, conforme avanza su trabajo se hace evidente que como lectores podemos identificar que los escritores nacidos a finales de los cincuenta y durante los sesenta son quienes se encuentran en las dos primeras secciones, mientras que aquellos que revisa en la tercera sección, son los nacidos en la década de los setenta y cuya infancia trascurrió en los años más severos del régimen.
En la última sección, la investigadora revisa la tercera estrategia, la Ingravidez. Ella da cuenta de la suspensión en el vacío existencial provocado por la crisis histórica; sin embargo, enfatiza Casamayor-Cisneros, dicha actitud ética en los personajes de los escritores Ena Lucía Portela, Pedro de Jesús, Gerardo Fernández Fe, Yohamna Depestre, Wendy Guerra y Orlando Pardo Lazo es producto del estado de incertidumbre postsoviética imperante en la isla, más que del fin de la era socialista en sí, pues para ellos no hay nada qué abandonar o salvar. Este capítulo del libro desarrolla con más claridad lo que la estudios identifica como ingravidez existencial, pues en los artículos publicados previamente en donde esta premisa ya aparece ―por ejemplo, «Guanajerías pos-soviéticas: apuntes ético-estéticos en torno al humor en la narrativa de Ena Lucía Portela»―. Para Casamayor-Cisneros, siguiendo los planteamientos de Zygmunt Bauman y Fredric Jameson, los personajes de la narrativa de los escritores cubanos estudiados postulan implícitamente una nueva utopía, una utopía posmoderna: la ingravidez ética. Los planteamientos explícitos e implícitos de esta sección son más que interesantes, Casamayor-Cisneros no sólo vincula, efectivamente, la producción literaria cubana postsoviética de los autores más jóvenes de su corpus con el pensamiento de la posmodernidad, fundamenta en éste la comprensión de las estrategias desplegadas para enfrentar la crisis por los personajes de dichas narraciones.
Utopía, Distopía e Ingravidez, a partir de sus objetivos, indaga sobre derroteros críticos no señalados que imprimen a la obra una riqueza particular: las relaciones entre los escritores cubanos contemporáneos con el canon nacional, las diferentes etapas de la literatura revolucionaria, la cuestión de la insularidad, las problemáticas derivadas de las relaciones entre identidad y nación, la concepción y configuración de La Habana, la problemática del racismo o la peligrosa y subversiva condición de la homosexualidad en la isla. El universo de referentes con los que dialoga Odette Casamayor-Cisneros es pertinente, por lo que sus planteamientos incitan a la reflexión, y su acercamiento es oportuno, pues revisa la producción literaria postsoviética desde una perspectiva en la que incorpora al análisis no solo los textos y el contexto, también la crítica literaria sobre el fenómeno literario.
Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Doctora y maestra en Letras por la UNAM. Licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la UABC…
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