En la novela casi no hay diálogos ni acciones, se detiene sobre todo en los pensamientos de este par de personajes a partir de su encuentro. Profundiza en la forma en la que recuerdan un pasado traumático y en las maneras en las que cada lo enfrenta: Delia quiere huir mientras que el capitán desea ayudarla económicamente. El personaje de Olea resulta sorprendente por éste y otros motivos. El ex militar aparece como un hombre atormentado por haber consentido la violación de Delia. Es decir, él no participa y aún así se siente culpable por no haberse opuesto a las órdenes de sus superiores. A pesar del cuidado del autor por construir a su protagonista, resulta poco creíble que insista en que sólo se trató de una mujer, cuando son tan conocidas las cifras que dan cuenta de que las violaciones eran una práctica recurrente de los soldados en la zona y que sus propios compañeros aceptan: “la guerra era una mierda. Pero ya te digo, tenía sus cosas buenas. Eran los tiempos que podíamos tirarnos a esas indiecitas” (p. 64).
El epígrafe que inaugura la novela es muy revelador. La frase retomada de la obra shakespeariana The life and death of King John: “I will instruct my sorrows to be proud” parece describir los deseos del coronel que busca expiar sus culpas. Debe convertir el dolor y las penas que lleva arrastrando por años en algo positivo, debe propiciar con ello un cambio en Delia, ayudarla para sentirse, tal vez no orgulloso, pero sí menos culpable.
Algo pasajero es algo que dura poco, por eso Delia no sólo es una pasajera en ese taxi, es una viajera que está de paso en Lima porque la violencia la forzó al desarraigo y le hizo saber que no podría permanecer tranquila durante mucho tiempo: “Soy una pasajera. Nunca voy a poder estar en ningún lugar” (p. 89).
El tema no se ha agotado para Alonso Cueto, La pasajera no es la última obra en la que lo aborda. Recientemente, apenas tres meses atrás, se ha publicado la última entrega de su trilogía de novelas sobre el conflicto armado interno peruano, que lleva por título La viajera del viento. Esta última también es protagonizada por un militar retirado que había estado en la zona de emergencia y que, al igual que el capital Olea, se encuentra años después con una mujer a la que le había disparado y a la que creía muerta.
Hay varios aspectos medulares que unen a las tres obras: no aparece ningún senderista, la violencia es ejercida por los militares y es su perspectiva la que está privilegiada. Además, los tres protagonistas están en una constante búsqueda de redención por los hechos cometidos durante la guerra y ninguno puede borrar los recuerdos de ese pasado reciente.
Finalmente, las novelas plantean la posibilidad de que una reconciliación es posible a pesar de que la sociedad esté profundamente fragmentada. Esta idea está condensada en las palabras que un sacerdote le dirige a Olea: “El perdón es lo más difícil y, sin embargo, uno no puede seguir viviendo sin perdonar a otros y a uno mismo. Vivir es perdonar para poder seguir viviendo. No sólo es un acto de generosidad. También de supervivencia” (p. 76).
Bibliografía
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Informe final. Lima: CVR, 2003. Web 15 enero 2013. <https://goo.gl/xrn8Fb>
Cueto, Alonso. La viajera del tiempo. Lima: Seix Barral, 2016.
______. La pasajera. Lima: Seix Barral, 2015.
______. La hora azul. Barcelona: Anagrama, 2005.
______. Pálido cielo. Lima: Peisa, 1989.