En este contexto, el motor de lo social se mueve únicamente por un peligro de la extinción de la vida y Plop aparecerá entonces como el sujeto que activa el mecanismo de dominación, usando para su beneficio la única ley que aparece como tabú: no se puede mostrar la lengua. Accionando la legalidad instaurada en la norma-tabú, Plop logra enganchar la maquinaria de la política produciendo la aparición del Soberano, auto fundándose como sujeto legal. Las normas que se disputan en este sentido serán entonces dispositivos inmunitarios (en palabras de Espósito) que hacen aparecer derechos de excepción, grupos de defensa, muros de protección, la instauración de lo sedentario y la creación de una idea de comunidad. Sin embargo, a pesar de que la estructura social que organiza la comunidad busca la eliminación de la barbarie (en un juego que pareciera glosar a la dicotomía fundacional de Sarmiento en Facundo), la violencia residual aparecerá como una lucha constante, dado que es la estructura la que produce las mismas acciones que intenta prevenir.
A partir de una mirada pesimista sobre las formas en las que se ha organizado lo social y lo cultural, Pinedo apunta justamente a la transformación de un poder estatal que pasa del hacer morir una vida devaluada, a un “hacer vivir” que resulta fallido, imposible de construir. Así, en la novela se muestra cómo solo es posible la inserción de una política de la vida en la normativización de las leyes que la misma construcción de la comunidad produce; esta acción de inmunización en la novela será la que Plop entenderá como una forma de cuidado de la comunidad que se convertirá en la base para la instauración de leyes.
Vista desde este lugar, Plop es una novela que plantea de manera simbólica las transformaciones culturales que trae consigo la destrucción de un sistema económico que, implantado por el Estado, nunca ha funcionado. Así, Plop forma parte de una serie de novelas que recrean las consecuencias de las políticas del neoliberalismo en Argentina las cuales Fernando Reati ha llamado de manera acertada “Postales del porvenir” (2006). Esta serie de libros (entre los cuales están La muerte como efecto secundario de Ana María Shua, o Una sombra ya pronto serás de Osvaldo Soriano) plantean la construcción de mundos futuros, generalmente de corte apocalíptico, en los cuales se exacerban las formas enfermas de sociabilización producidas por un modelo neoliberal de deshumanización.
Valdría entonces la pena pensar la forma en que esta novela se encastra estructuralmente en una propuesta estética. Si bien la novela de Pinedo ha sido leída en su relación con los géneros de masa como la ciencia ficción y la fantasía; pensar en la razón por la cual Pinedo se decide por esta estructura lleva a pensar la construcción ideológica que exige el momento histórico argentino. Previo al corralito, la novela argentina daba prioridad a las novelas históricas en las cuales la recuperación de la memoria aparecía como eje ideológico. La búsqueda de una identidad nacional seguía sujeta a un pasado que le daba validez. Ya en las novelas del neoliberalismo, el pasado como elaboración de identidad deja su lugar a una gran pregunta por la forma en que se construye un futuro que se transforma a partir de estados de excepción que no dan lugar a lo prospectivo, porque no existe un futuro posible por imaginar. Así, en estas novelas el futuro toma el lugar del pasado y la identidad se convierte en un vacío simbólico sobre lo identitario y exiguo en lo lingüístico. Es quizá por esto que la novela de Pinedo tiene un lenguaje parco, sin metáforas y con una ausencia casi absoluta de adjetivación; las frases son cortas y el lenguaje está desprovisto de cualquier clase de grandilocuencia. Las marcas de identidad lingüística solo aparecen dos veces indicando un “ché” que aparece con extrañamiento, ajeno. La transformación del lenguaje oral subraya la reificación de los cuerpos, despojándolos de cualquier clase de humanidad o subjetividad; así la muerte es un reciclaje y el coito un uso.
Al final de la novela, Plop instaura un estado de excepción público en el cual se permite a sí mismo el uso de la lengua frente a toda la comunidad. La respuesta del Grupo a esta acción es el rechazo y el asesinato. A partir de esta transmutación en las formas de legalidad, Plop pierde su existencia política y se convierte en nuda vida, ya no es reconocido como un Soberano, sino como aquel que está por fuera de la norma, aquel que cruza el límite y enuncia desde el lugar de la exclusión.