Roncagliolo Santiago, La pena máxima, México: Alfaguara, 2014, 382 p.
Roncagliolo Santiago, La pena máxima, México: Alfaguara, 2014, 382 p.
Reconocido internacionalmente después de haber ganado el Premio Alfaguara de Novela en el 2006 por Abril rojo, Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es uno de los escritores latinoamericanos más importantes de la actualidad; autor de obras de teatro, libros infantiles, investigaciones periodísticas y ensayos, es sin duda su faceta de novelista la más destacada tanto por la calidad y cantidad de novelas publicadas (siete en total) como por el interés que ha despertado entre los lectores y la crítica especializada. Roncagliolo retoma en La pena máxima (2014), su última novela publicada hasta este momento, al fiscal Félix Chacaltana, personaje principal de Abril rojo, pero como un joven recién graduado que trabaja de asistente en un archivo judicial de Lima; a pesar de la juventud, en el fiscal ya están presentes los rasgos que posteriormente se convertirán en las obsesiones características del personaje: la pulcritud casi excesiva, el respeto por los reglamentos y protocolos, además de una gran timidez en su trato con las mujeres de alguna forma vinculada al profundo amor que siente por su madre.
La novela fue presentada el año pasado en la Semana Negra de Gijón, pues al igual que la obra a la cual antecede ficcionalmente aunque haya sido publicada varios años después, La pena máxima se desarrolla sobre la estructura de la novela policiaca, con una trama ciertamente semejante a la de Abril rojo: una serie de asesinatos insertos en un contexto social y político tan complejo como el de Latinoamérica en los años setenta, la Operación Cóndor es el telón de fondo frente al que se mueven los personajes sin saber que sus acciones y pasiones están determinadas por cálculos y negociaciones internacionales. Durante la presentación Roncagliolo comentó que la novela inicialmente iba a estar protagonizada por el personaje de Joaquín Calvo, pero que paulatinamente la figura del fiscal fue insertándose en la obra hasta reclamarla por completo; también explicó que al escribir este relato buscó evidenciar la olvidada complicidad que el gobierno peruano tuvo con varias de las dictaduras latinoamericanas, principalmente con la instaurada en Argentina. Dicha complicidad consistió en dejar actuar dentro del territorio peruano a militares argentinos y chilenos que buscaban a disidentes de sus propios países para secuestrarlos, torturarlos y en ocasiones asesinarlos, la única consigna era que no podían lastimar a ningún peruano. Roncagliolo señaló que el gobierno de Perú aprovechó los servicios de los militares extranjeros para quitar de en medio a “algunos peruanos molestos”1
Además del contexto general en el que transcurren los hechos de la novela, durante las semanas en las que se desarrolla la trama también tiene lugar el Mundial de Futbol Argentina 1978, por lo que la mayor parte de los personajes de La pena máxima están mucho más atentos a lo que ocurre en sus televisores que a la realidad que los circunda; a partir de estas situaciones se dan los asesinatos que rápidamente son desechados por las autoridades judiciales, sólo el interés personal del fiscal ayudará a resolver los crímenes, aunque sin obtener justicia. La novela comienza con una vertiginosa persecución en uno de los barrios más pobres de Perú, un hombre que lleva una mochila con el propósito de entregarla en un lugar determinado y descubre de pronto que alguien lo sigue, al tratar de despistarlo se interna por las calles apenas trazadas de Barrios Altos mientras todos los televisores arrojan al aire la narración del primer partido de Perú disputado en ese mundial; el desplazamiento frenético de los personajes contrasta con la inmovilidad de los espectadores, sólo las voces de los comentaristas deportivos continúan, silenciando con su murmullo los disparos del perseguidor y los lamentos del perseguido.
Curiosamente no es a partir del homicidio que el fiscal Chacaltana entra en escena, al ser sólo un auxiliar del archivo sus actividades se limitan a organizar documentos, atender las esporádicas consultas que llegan a su escritorio y comentar los pormenores del día a día con su jefe, un hombre a punto de la jubilación que ha tomado en sus manos la formación del extraño Chacaltana, a quien siempre llama «hijito». El joven fiscal descubre en los documentos que debe archivar un papel arrugado que carece de los datos necesarios para poder ingresarlo al archivo, desoyendo los consejos de su jefe que le asegura que un documento mal llenado a nadie le interesa y por lo tanto puede desecharse, Chacaltana decide investigar quién llenó ese papel y por qué se lo dejó a él. Mientras busca ayuda para sus pesquisas Chacaltana se pregunta por su amigo Joaquín Calvo, un profesor universitario con el que juega ajedrez y habla de su vida cotidiana, aunque en realidad ninguno de los dos llegue a conocer al otro más allá del contacto superficial. La ausencia de Calvo pronto se convierte en su desaparición, por lo que el fiscal olvida la investigación inicial para centrarse en la búsqueda de su amigo, iniciando con esto una serie de acciones que lo enfrentarán a diversas esferas del poder local e internacional, internándolo en los laberintos de la violencia estatal y las pasiones personales.
A diferencia de Abril rojo, en La pena máxima Roncagliolo concede una mayor extensión al desarrollo de la vida personal del fiscal Chacaltana, los datos sobre su pasado repartidos por la novela del 2006 son entramados de forma más clara en esta obra, así podemos observar la tortuosa relación que Félix tiene con su madre, una mujer ultracatólica que guarda un luto permanente por su esposo, el militar violento que tanto daño les hizo; también se desarrolla el noviazgo del fiscal con Cecilia, la que será su primera esposa. Aunque la trama de la obra y el estilo del autor sin duda son equiparables a los de Abril rojo, quizá sea la conformación del personaje del fiscal Félix Chacaltana Saldívar lo menos logrado de la novela; las obsesiones del personaje son tan extremas que casi se vuelven inverosímiles, resulta comprensible que no le interesen los partidos de futbol, pero parece un exceso que ni siquiera sepa que hay un Mundial en esos momentos.
Con La pena máxima Santiago Roncagliolo no sólo retoma al personaje de Félix Chacaltana, también vuelve a tratar los temas políticos y el estilo duro y preciso que de alguna manera había abandonado en sus últimas novelas, concretamente en Óscar y las mujeres (2013), una novela humorística sobre un frustrado escritor de telenovelas.
Profesor Asociado de Tiempo Completo en el Colegio de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Doctor en Letras por la UNAM. Es profesor en las áreas de …
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