En primer lugar, al estar los escritores descentrados del contexto cultural al que pertenecen, surgen un cúmulo de cuestionamientos vitales que muchas veces son el centro de la escritura misma, algunas de estas preguntas son ¿sobre qué escribir? ¿En qué registro lingüístico hacerlo, en el argentino o en el mexicano? ¿En ambos? ¿Para qué y para quién escribir? Y sobre todo, se busca encontrar respuesta a una serie de preguntas relacionadas con su salida de Argentina ¿Por qué fueron echados de su patria con un grado de violencia inusitado? Y… ¿por qué fueron asesinados, encarcelados o desaparecidos amigos, vecinos y familiares? De esta forma, muchos de los textos producidos fuera de Argentina constituyen una reflexión profunda, y a veces tardía, sobre la propia condición del ser exiliado.
Por otro lado, la conceptualización del tiempo y el espacio es otro de los temas recurrentes. Los cruces entre planos temporales y espaciales están muy presentes en esta literatura, muchos de los personajes se encuentran atrapados en una especie de Limbo, en donde se reconoce el trauma de haber tenido que llevar a cabo un desplazamiento territorial forzado, el cual deja una marca temporal imborrable. Tras el exilio todo se divide en un antes y un después, utilizando casi exclusivamente el presente para recordar o proyectar a futuro. El antes está lleno de nostalgias y añoranzas de la vida en Argentina, muchas veces idealizadas por la distancia. En este espacio imaginario resurgen viejos recuerdos generalmente asociados a la infancia y a la juventud, pero con ellos también vuelven imágenes de la violencia y la represión, previo a y durante la dictadura. Mientras que el después es lo desconocido, la llegada a la tierra de acogida en donde se ponen a prueba las capacidades de adaptación y supervivencia de cada personaje, son las nuevas amistades, trabajo y estilo de vida, alejados de los viejos amigos y familiares, pero con la ventaja de poder desarrollarse en relativa libertad.
José Luis de Diego, en la Historia crítica de la literatura argentina, nos brinda otra serie de características que guían los hilos narrativos de la literatura del exilio. Entre ellas encontramos un proceso de modificación de los personajes llevado a cabo por su convivencia con el país de acogida, lo cual significa que el entorno modifica a los personajes en mayor o menor medida; otra característica se refiere a la redefinición del campo artístico y cultural de los personajes alejados de su contexto natural, es decir, sus referentes culturales se amplían y entran en contacto con un nuevo conocimiento del mundo.
De igual forma, el extrañamiento frente a lo nuevo aparece con insistencia en estos textos, lo cual alude a formas distintas de socializar en el país de acogida, a los alimentos desconocidos, a las palabras propias del lugar, las artesanías y a todo aquello con lo que antes no se habían relacionado. En cuarto lugar tenemos una tendencia a reinterpretar el pasado y denunciar a los causantes de su destierro, esto debido a que al estar viviendo en un nuevo sitio, con mayor seguridad y tiempo, los personajes llevan a cabo una reflexión profunda del pasado en la que elaboran una relectura de su historia y una crítica tanto de los causantes de su destierro como de sí mismos. Finalmente uno de los tópicos más recurrentes es el de la pérdida, el cual encontramos como una reiterada lamentación de los personajes hacia los objetos personales extraviados, las personas conocidas, el país de nacimiento y el tiempo que llevan fuera de casa.