Ribeiro, Djamila. O que é lugar de fala? Coleção Feminismos Plurais. Belo Horizonte: Letramento, 2017.
Ribeiro, Djamila. O que é lugar de fala? Coleção Feminismos Plurais. Belo Horizonte: Letramento, 2017.
Hay un relato conocido en los archivos sobre el racismo en Brasil. Es el de la esclava Anastácia. La historia popular devenida ícono de culto religioso, figura de resistencia, libros, films, cuenta el caso de una mujer que fue obligada a usar una máscara de acero durante toda su vida. Djamila Ribeiro, en su extraordinario trabajo O que é lugar de fala?, retoma ésta y otras crónicas para construir contrapuntos y disonancias en las argumentaciones sobre el lugar del habla en los feminismos actuales, en particular en el feminismo negro. La autora es reconocida por su activismo en Internet. Es autora de Quem tem medo do feminismo negro? e investigadora de la Universidade Federal de São Paulo. En este nuevo trabajo convoca textos de Grada Kilomba, Patricia Hill Collins o Lélia Gonzalez y algunas discusiones que éstas han entablado con posturas como la de Gayatri Chakravorty Spivak. En Plantation Memories: Episodes of Everyday Racism, por ejemplo, Kilomba argumenta que la máscara no sólo servía para impedir que los subalternos comieran en las plantaciones, sino para imponer silencio. Ribeiro hace dialogar este argumento con el de la escritora Conceição Evaristo quien afirma que las mujeres negras han aprendido a hablar por los orificios de las máscaras, muchas veces con tanta fuerza que la máscara revienta.
«La basura va a hablar»
No es una novedad afirmar que, como en muchos lugares de Latinoamérica, el espacio público en Brasil se ha vuelto un sitio de confrontación, de antagonismo, de fuertes y profundas disputas discursivas. En este sentido, las redes sociales en Internet fungen hoy como el epicentro del racismo y la reacción patriarcal, a la vez que construyen mapas del descontento y de la revuelta activista. Las reacciones fascistas en el continente han remarcado errores y aciertos de los gobiernos progresistas. Los textos virtuales y su ruidocracia confrontan lugares de habla para un régimen tutelado bajo los rituales nacionales de la igualdad de raza, género y clase. Ribeiro se inscribe en este complejo mapa afirmando que si se quiere hacer un debate amplio sobre un proyecto de sociedad, es imposible evitar el tema de la identidades y cómo éstas fueron creadas por la lógica colonial.
Uno de los aciertos señalados, que se volvió intolerable para la blanquitud brasileña, amenazó a un mundo estético que acentuaba la palabra autorizada y autoritaria. Parafraseando a Audre Lorde, el patriarcado blanco no soportó escuchar o leer en la redes sociales, foros online, chats, o en esa nueva lengua que no se calla, la peligrosa advertencia de que su vida iba a cambiar o que ya había cambiado para siempre. Escribe la autora: «con todos los límites, el espacio virtual ha sido un lugar de disputas narrativas. Personas de grupos históricamente discriminados encontraron ahí un lugar para existir». Cuesta pensar a Jair Bolsonaro por fuera de una reacción restauradora que exige «orden» a este nuevo coro plebeyo.
«¿Y yo no soy una mujer?»
En «Un poco de historia», primera parte del trabajo, Ribeiro retoma el momento en que la activista negra Sojourner Truth da su discurso «Ain’t I a Woman?» para marcar una diferencia que atraviesa todo el escrito. «Aquel hombre de allí —expone Truth— dice que es necesario ayudar a las mujeres a subirse a un carruaje, que es necesario cargar con ellas cuando atraviesan un lodazal y que ellas deben ocupar siempre los mejores lugares. ¡Nunca me ayuda nadie a subir a un carruaje, a pasar por encima del lodo ni me cede el mejor lugar! ¿Y no soy acaso una mujer?». Y continúa: «Parí cinco hijos y la mayoría de ellos fueron vendidos como esclavos. ¡Cuando expresé mi dolor de madre, nadie, excepto Jesús, me escuchó! ¿Y acaso no soy una mujer?».
Si para Simone de Beauvoir la mujer fue constituida como lo Otro, para Ribeiro las mujeres negras serían lo Otro de lo Otro, «posición que las coloca en un lugar de más difícil reciprocidad». «La insistencia de hablar de mujeres como universales, no marcando las diferencias existentes, hace ver solamente una parte de ese ser mujer». Una de las tesis planteadas en el texto es la construcción de un lugar del habla complejo que remarque los diferentes puntos de análisis (género, raza, clase, generación) para desmontar normalizaciones identitarias hegemónicas. Según la autora, «la teoría del punto de vista feminista y el lugar del habla nos hacen refutar un lugar universal de mujer y de negritud, y otras identidades».
¿Qué es defender a Brasil por encima de todo interés personal como pregonó durante la campaña presidencial el spot publicitario O mito chegou del entonces candidato Bolsonaro que se volvió viral? ¿Qué implica que llegue este «mito» exigiendo orden y progreso? ¿Qué es ese hombre montaña, ese gigante del patriarcado que resumiría la narrativa nacional y que reduce y erradica las diferencias (ejemplificadas en el futuro blanqueamiento de la pareja protagonista)? O en todo caso, ¿qué escuchamos en ese niño cuando canta que ya no quiere «ideología de género» en las escuelas?
Las discusiones entabladas en el texto de Ribeiro interpelan directamente la construcción universalista de un Brasil por encima de todos. El punto de vista feminista, por ejemplo, explicado a partir del análisis del artículo de Luiza Bairros, Nossos feminismos revisitados, resulta fundamental. En él leemos que » […] no existe una identidad, pues la experiencia de ser mujer se da de forma social e históricamente determinadas». Lo importante —dice la autora— es romper con el silencio instituido para producir ruidos y rajaduras que desajusten estas narrativas hegemónicas.
Las herramientas del amo
La colección Feminismos Plurais se propone acercar a las lectoras y lectores textos didácticos y económicos, que faciliten la discusión entre las comunidades y grupos de activistas. La producción de un discurso alterno organizado por «mujeres negras e indígenas, y hombres negros de regiones diversas del país» pretende empezar a desmontar una narrativa dominante, aún aquellas que se escriben desde los departamentos bien intencionados de las universidades y que insisten en separar activismo y academia, «lenguaje académico» y «literatura». Ribeiro afirma la diferencia —trazada también por Frantz Fanon— al plantear una descolonización epistemológica que deje al desnudo no sólo la construcción identitaria efectuada por las narrativas totalizantes, sino la misma inscripción violenta que implica hacerse de una lengua, sus modos y estructuras para acceder «al conocimiento». Pensando en los lugares de habla y en la producción autorizada y jerárquica de discursos, la autora se pregunta: «Cuando existe algún espacio para hablar, por ejemplo, para una travesti negra, ¿es permitido que ella hable sobre economía, astrofísica, o sólo es aceptado que hable sobre temas referentes al hecho de ser una travesti negra?». ¿Cómo se espera que hable? ¿Con qué modos? ¿Con qué performatividad? En la mayoría de los casos (lo vemos en México en estos días y lo veremos en un futuro) lo que no se tolera no es sólo que este nuevo sujeto parlante diga cosas que se salen de la regla, del estilo, del protocolo. Lo realmente sustancial es que habla y trae otra lengua que pone en peligro un mundo y una jerarquía consolidados.
«Vuelve a tu lengua»
Ahora bien, ¿qué implica señalar un lugar del habla y a la vez un desmontaje de un aparato discursivo que normaliza prácticas y modos de acceder al conocimiento? Afirmándose en las palabras de Kilomba, Ribeiro expone que descolonizar el conocimiento es poner el acento en cómo la epistemología dominante logra naturalizar formas y modos. Según la autora, ésta determina «cuales temas o tópicos merecen atención». Más aún: construye un lenguaje que se vuelve acrítico y «neutral», y que instaura frases como «si quieres volverte una académica, no puede ser personal» o «el problema es que tú sobreinterpretas la realidad», exigiendo siempre una separación entre acción y episteme, razón y emoción, universalidad y especificidad. Esta colonización del saber construye una lengua que niega otras maneras de producción a la vez que demarca y establece cuerpos y espacios racializados. La pensadora postula luchar contra esa jerarquía violenta. Lo hace escribiendo e interviniendo un diálogo inacabado, profundo, disruptivo, incómodo. Como bien afirma Jurema Werneck en la contratapa del trabajo, la colección Feminismos Plurais se sustenta en esa fuerza de querer y poder decir, en narrar un mundo visto, en exponer las atrocidades y en orquestar voces para el cambio. Un trabajo imprescindible para los tiempos que corren.
Iván Ezequiel Peñoñori (Buenos Aires, 1973), es maestro en Comunicación y Política por la Universidad Autónoma Metropolitana y miembro del Seminario de Estudios sobre Narrativa Latinoamericana Contemporánea…
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