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Dialéctica, literatura y política: la obra de José Revueltas

Los usos de la dialéctica: el pensamiento filosófico de José Revueltas, de Aureliano Ortega, Rodolfo Cortés y Javier Corona. Porrúa, México, 2016, 161 pp.

 

Un autor atravesado por tantas contradicciones y desgarramientos como lo fue José Revueltas no tiene una sola forma de aproximación, ni a su experiencia vívida ni a su obra. La reciente trilogía de ensayos presentados por los profesores de la Universidad Autónoma de Guanajuato, Aureliano Ortega, Rodolfo Cortés y Javier Corona viene a constatar la necesidad de leer a Revueltas de forma integral.

Con ello nos referimos a que el “prolífico autor”, como lo denominó en su biografía intelectual Jorge Fuentes Morúa, no puede ser abordado de manera totalmente independiente en sus distintos registros: el cuento, la novela, la militancia, el ensayo, el texto filosófico.

La trilogía de autores se centran, ciertamente, en el último de los registros. No es por tanto casual que hayan optado por el título de Los usos de la dialéctica: el pensamiento filosófico de José Revueltas. Sin embargo el título debe ser arrebatado de cualquier tentación de encierro de la obra de uno de los más célebres escritores del siglo XX. Todo lo contrario, los “usos de la dialéctica” debe ser entendidos como el emplazamiento de un conjunto de categorías de las que Revueltas hace uso a lo largo de todos los registros antes señalados.

Con esto queremos decir que la dialéctica no está circunscrita a la obra filosófica, sino que se hace presente, casi de manera total, en todas las áreas en las que Revueltas escribió. Si alguien realizara un estudio sobre la presencia de Hegel en México más allá del aula universitaria, tendría que referirse no solamente a su paso por las complejas páginas de Dialéctica de la conciencia, sino sobre todo en los personajes de la ficción revueltiana, atravesados por las mismas contradicciones y desgarros que el propio duranguense experimentó.

La dialéctica es entendida por Revueltas no como un método, sino como una necesidad de la realidad. Es por eso que ella se hace presente tanto en su sistematización teórica como en otros niveles de la vida: ya sean los avatares del débil movimiento obrero mexicano, ya sea las exiguas respuestas del Partido Comunista Mexicano (PCM) ante el hecho anterior, ya sea en la narrativa carcelaria. Quizá algún prurito interpretativo podría argumentar en contra de Revueltas y su uso de la “dialéctica” o de Hegel, pero lo que no puede negarle es la originalidad y la potencia que adquiere ésta en su escritura. Quizá por ello el cuento “Hegel y yo” sea más una metáfora de espesor teórico que una narración sobre una situación carcelaria. En la literatura de Revueltas se aprende tanto o más sobre la dialéctica que en el texto filosófico.

Los ensayos recorren distintos caminos que tuvo el uso de la dialéctica en Revueltas. El compromiso y la compenetración con una prosa densa, cargada del contexto histórico en el que fue escrita, es perceptible por parte de los tres autores del libro que reseñamos. Quizá a un exceso tal que no se evalúen de forma crítica algunos de los postulados revueltianos que resultaron o bien fallidos o bien errados. Pensamos, por ejemplo, en el combate del duranguense contra el PCM en los años setenta, cuando este partido había emprendido ya un cierto camino de rectificación de sus anteriores errores, tránsito que lo llevará a su disolución en el temprano 1982. Así al releer algunos pasajes de Revueltas parecería que él sigue discutiendo con la organización de los años cuarenta o cincuenta. Lo mismo sucede con el crucial Ensayo de un proletariado sin cabeza, en el cual se nota aún una cierta ambigüedad con respecto a la existencia del poder soviético, en el cual alberga algunas esperanzas de tipo emancipador.

Sin embargo estos elementos no demeritan en lo absoluto la presentación de los puntos más sólidos, es decir, aquellos que refieren al problema de la conciencia, de la organización de ella, del proceso de totalización y des-totalización, así como la problemática de la enajenación, herencia indudable del joven Marx. Particular empeño sobre este último problema es colocado por Javier Corona en su ensayo “José Revueltas: la negatividad de la conciencia”, quien sin duda llega a una interpretación crucial del desgarro que provoca la enajenación. Pero además del desgarro, tan claro y tan movilizador de sentidos contradictorios en la narrativa revueltiana, también se evoca la necesidad de dicha enajenación y la imposibilidad de su superación. Ello mismo es lo que los personajes de Revueltas suelen presentarnos en sus dilemas existenciales: el desgarro entre la conciencia de la enajenación y la imposibilidad práctica de su superación total. Los comunistas que experimentan la vida en los recovecos de las ciudades al lado de prostitutas, lúmpenes y delincuentes, son la expresión más viva de este proceso.

El texto de Aureliano Ortega, titulado “José Revueltas: experiencia y dialéctica”, hace énfasis en la dimensión teórica revueltiana y en su empeño por desmovilizar los sentidos de un cierto tipo de “marxismo” atrapado por el poder soviético, es decir, encarcelado en la necesidad de justificar una ideología de Estado. Si bien es interesante, quizá sea la parte menos actual y más propia de un recuerdo histórico de una ideología que dejó de operar cuando cayó el poder que le deba vitalidad. No deja de ser interesante el recorrido revueltiano, que hizo parte de aquella ideología y que poco a poco se fue desprendiendo de ella, hasta llegar a la necesidad de categorizarlo en su especificidad. La racionalidad revueltiana sobre este fenómeno, es decir, la forma de operar la dialéctica en el seno de la teoría, es el punto máximo que debe ser recogido aquí con puntualidad.

El ensayo de Rodolfo Cortés, “La dialéctica que no se desvaneció en la trivialidad el desierto posmoderno”, se mueve en medio de los otros dos, complementando en gran medida las apreciaciones. Apuesta por reconstruir el problema de la totalidad en Revueltas, pero no de manera exclusivamente teórica, sino en medio de los debates y combates de su época. A la evocación y “forzamiento de la memoria” Cortés le denomina “inactualidad”. Ante la “inactualidad” de Revueltas, Cortés ofrece un panorama de los cruces que permiten efectivamente leer a Revueltas de manera plena, sin tapujos, en medio de sus complejidades y de sus oscuridades, pero también de sus aportes antes reprimidos.

El balance es claro: no se puede abordar una obra como la de Revueltas sino es a partir de un principio metodológico de totalidad. Dicho principio no oculta la especificidad de cada uno de los registros, pero permite una coherencia que es poco común, es decir, un cierto grado de correspondencia entre los planteamientos filosóficos, los vaivenes de la práctica política y la escritura ficcional. La literatura y la filosofía producida en México tienen en Revueltas un personaje aún por descubrir, no suficientemente alumbrado en sus alcances y sus límites. Estos últimos son quizá los que falten por señalar: una política ambigua durante los años cuarenta y cincuenta, un anclaje demasiado poderoso en las “filosofías de la conciencia”, una creencia firme en la necesidad de “organizar la conciencia” sin espacio para la espontaneidad y el aprendizaje por fuera de dicha estructura.

En términos de sus aportes Revueltas es como literato y como teórico aún demasiado desconocido fuera de las fronteras. A pesar de ello, es posible de ser comparada con las mejores plumas a nivel mundial: con él tuvimos a nuestro Bertolt Brecht que innovó en la técnica narrativa; a nuestro Antonio Gramsci que escribió sus mejores hojas desde la dura experiencia carcelaria; y también, porque no decirlo, a nuestro Gyorgy Lukács, es decir a nuestro filósofo extra-cátedra que tuvo las peores indecisiones y ambigüedades a la hora de relacionarse con la política. Al final, Revueltas es el comunista del siglo XX por excelencia, desgarrado por una voluntad emancipatoria que se topa a cada paso con las enajenaciones concretas y específicas, que escapan al control de dicha voluntad. Su obra, tanto filosófica como literaria, no son sino la constante constatación de esta situación.

 

Colaborador invitado

Jaime Ortega Reyna

Doctor en Estudios Latinoamericanos. Integrante de los comités editoriales de las revistas Religación (Ecuador), Demarcaciones (Chile) y Memoria (México).

 

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