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Estaciones del pensamiento

César Aira. Biografía. Mansalva: Buenos Aires, 2014, 91 pp.

Así como el imán atraía a la piedrita, la Razón atraía al conocimiento. Y en una suprema paradoja de la ciencia, la fábula se hacía realidad.

César Aira, Biografía.

Aunque a César Aira se le ha preguntado en numerosas ocasiones sobre su Ars narrativa, sobre las formas particulares y poco comunes de elaborar su obra o sobre su «método» de escritura, entrevistadores, reseñistas y críticos suelen detenerse con frecuencia en los mismos detalles, por lo demás ampliamente conocidos, sin aportar o reflexionar a profundidad sobre los rasgos formales de las obras. Se mencionan de manera recurrente el asunto de la prolífica obra del escritor argentino, sus finales heterodoxos y sus prácticas de escritura. Poco se dice, sin embargo, sobre los detalles que aproximan o separan a estas de las que las precedieron, del valor singular de las piezas literarias o sobre sus características específicas. Lamentablemente, son escasas las novedades que un lector asiduo de Aira puede esperar encontrar en las reseñas que se publican sobre sus textos.

Lo anterior parece indicar que la crítica y las reseñas tienen sus pautas de conducta normalizadas y sus zonas de comodidad. Y esas pautas y esas zonas quizá no sean siempre las más convenientes para todos los autores. El problema es que las obras de César Aira desafían no pocas de las convenciones más o menos tradicionales de los géneros literarios y quizá no puedan describirse aquellas, analizarse o, aún menos, valorarse, de forma adecuada mediante una reseña convencional. Ese algo impreciso y variable que en los textos airianos es un desbordamiento, ese algo que no se acomoda bien dentro de las restricciones formales de los géneros y de las definiciones institucionalizadas al interior de la crítica literaria, acaso ese elemento sea el que quede fuera del horizonte de ideas de las que puede dar cuenta quien redacte una reseña con el fin de mostrar las virtudes de una obra singular. Y no es sencillo dar con la solución de este problema, porque si hay un género literario poco permeable a modas y renovaciones, este es el de la descripción, análisis, interpretación y valoración de las obras literarias. Ni siquiera que la crítica incluya su reflexión metacrítica vacuna al lector contra simplificaciones o contra la repetición de ideas.

Los textos airianos parecen haber sido escritos para trasgredir no solo las formas más o menos tradicionales de escritura, para proponer otra manera de aproximación al arte literario, sino para romper también con las convenciones de los análisis que cercan esos textos. Según el autor argentino, el error más acusado al juzgar una obra literaria, el camino fácil, el más cómodo, consiste en sobrevalorar el contenido, el argumento, en detrimento de los elementos formales que hacen de la obra literaria una obra de arte:

El modo más común de escribir o recomendar novelas consiste en decir «es sobre…», y a continuación poner el tema o ambiente o personajes: «una familia disfuncional», «los refugiados de la guerra de Sudán», «dos jóvenes que buscan su vocación»… Las críticas o reseñas hechas por profesionales no son muy distintas. Si la recomendación es muy enfática, el relato de la temática se extiende y detalla, y eso es todo.
Pero la literatura es forma. Esas descripciones o recomendaciones no dicen nada sobre el mérito o demérito literario de la novela. Es cierto que la forma, para ser forma, debe serlo de alguna materia, o sea que ésta también existe. Estando ambas, es más fácil hablar de la materia que de la forma.
El hecho de que sea casi imposible hablar de una novela sin decir en algún momento «es sobre…» debería significar algo sobre el género novela o la «forma novela». Ese algo puede ser o bien que la forma de la novela sea su materia o bien que indique el triunfo de la materia sobre la forma, vale decir una derrota de la literatura en su formato más exitoso (Aira, 2014b: 23).

Entonces, ¿cómo hablar sobre un texto airiano? ¿Es posible, dejando a un lado los bien conocidos juegos de la metaficción, «que la forma de una novela sea su materia o bien que indique el triunfo de la materia sobre la forma»? Estos son los asuntos que deben atraer la atención del crítico, no para cerrar una interpretación, sino para intentar comprender los principios de composición, de creación, que animaron al autor al escribir sus obras.

Biografía es el nombre del protagonista de una obra de César Aira, pero es también el título de la «novelita» en la que es protagonista, Biografía (2014), que, a su vez, es una obra literaria y es, al mismo tiempo, muchas otras posibles obras. Como en el caso de Parménides (2006), de Duchamp en México (1997) o de La vida nueva (2007), Biografía es un libro que habla de otros libros, particularmente, habla de libros nunca escritos o habla de libros a los que nunca tendrá acceso el lector. César Aira convierte al libro en protagonista. Cada libro es un hilo más en el tapiz de los libros.

La literatura airiana adquiere en Biografía la forma de un tren. Es un tren cuyo destino es una estación final dominada por una obsesión: cómo llenar el tiempo.  O puede ser que este libro en realidad sea una novelada meditación sobre la vida, y que su forma alegórica de tren permita a Aira ir llenando los vagones como se llenan los años de Biografía o como se llenan, al avanzar en la lectura, las páginas de un libro. La cinética de la biografía, de cualquier biografía, se encarna en cada lector de la obra. Biografía es un continuo que se precipita velozmente sobre las vías férreas con forma de página, que se despliega sobre el tiempo de la vida. De este modo, se puede entender que la jubilación de Biografía se convierta en el ténder, desde donde se alimenta a la locomotora con agua y carbón y desde donde se hace posible el movimiento del resto del tren.

Hay además en este tren otra media docena de vagones, en los que viajan hacia su destino, vale decir, hacia su conclusión, las manías persecutorias, las relaciones amorosas y familiares, la fascinación por el pasado, la locura, las enumeraciones caóticas y, además, hay incluso un vagón vertical que recuerda o insinúa la siempre diferida pero también inminente posibilidad de la catástrofe. Biografía es un tren, sí, pues «había antecedentes del doble uso de la palabra, de casi todas las palabras y de ésta también, por ejemplo cuando se hablaba del “tren de vida” que llevaba alguien, o en metáforas más fáciles de entender como “el tren de los años”, o “el tren de las ideas”» (Aira, 2014: 50). Pero la obra puede ser muchas otras cosas. Biografía es una vida que puede cambiar de rumbo con tan solo mover las agujas de la vía por la que circula como un tren; y es también un tren en el que cada vagón parece ajeno al conjunto de vagones, al propio tren.

El párrafo anterior describe de forma sucinta el contenido del libro, es decir, aquello que es necesario para que exista la forma artística, pero que no da cuenta de lo que es verdaderamente importante en la obra de Aira. El contenido, la descripción de lo que ocurre en la obra, su argumento, son todos ellos elementos que no aclaran el sentido y la relevancia de la obra airiana, de la experiencia de su lectura. A decir verdad, si la obra de arte se aprecia, entre otras formas de juzgar y evaluar, como una fórmula cuyo éxito depende las relaciones entre las partes y el todo, apreciar la obra de Aira exigiría establecer la tipología en que las partes se organizan entre sí para formar el todo. La morfología de las relaciones es inagotable. Estas relaciones pueden ser de continuidad y de complementariedad, pero pueden ser, asimismo, de indiferencia o de contradicción y de tensión, ocurre así incluso con los distintos y casi inabarcables elementos que conforman la totalidad de la obra del autor argentino.

Formalmente, Biografía es también un continuo. Nada interrumpe su discurso formal. Es un libro en el que la sucesión de reflexiones, temas e ideas se va encadenando libremente, siguiendo la lógica del azar que tanto defiende Aira; es decir, siguiendo la falta de lógica, la concatenación inexplicable de hechos e ideas. No es extraño que el lector se sienta  desconcertado, al intentar descifrar el sentido de esta obra, porque en pocas páginas su atención debe pasar, aparentemente, sin conexión apreciable, de un tema a otro, sin tiempo a pensar con detenimiento en aquello que se le expone.

Puede proponerse, para entender esto mejor, un ejemplo de otra obra airiana. En Parménides, para Perinola, su protagonista, el significado de la historia o la profundidad del contenido no tienen ninguna importancia, solo son una excusa escrita que le permiten seguir escribiendo. Los fragmentos, las piezas concretas, serán importantes en la medida en que lleguen a articular un todo.

Y quizá sea eso de lo que se trata Biografía, de nunca comprender, de la imposibilidad temporal para asimilar cómo se encadena el pensamiento, cómo se forma un «tren de las ideas», de la manera en la que las ideas se articulan en un todo orgánico, cómo se dota de sentido a la vida cuyas metonimias son la novela y la lectura. Es probable que Aira solo desee que la lectura y, por tanto, su escritura sigan hacia adelante, que el tren del pensamiento siga avanzando, que el sentido sea tan solo el movimiento, la imposibilidad de encadenar lo disperso, lo fragmentario en una forma que abarque a la vez el conjunto y los detalles. Y es probable que ese movimiento de progreso trascienda las ideas de Aira y no haga sino replicar el proceso de lectura que, en cualquier caso, tiene la misma inevitabilidad intrínseca que el discurrir del tren por las vías.

De modo que tenía que inventar una historia que no fuera historia. A pesar de la aparente contradicción, tal cosa no tenía mucho misterio. La mayoría de las historias no eran historias. Le pareció que lo más simple era enlazar unas cosas con otras desde una vaga proclama de conocimiento. «Sabrás esto, y cuando lo sepas sabrás esto otro…» De ese modo tematizaba el encadenamiento mismo; ahí había un chiste secreto, porque quien se proponía saber era él mismo, y el texto era su herramienta1
Este recurso le daba al texto un aire muy adecuado de presentación o introducción. Sólo en ese sentido se lo podía tomar (moderadamente) en serio. Aunque en el fondo seguía siendo una gran broma (Aira, 2006: 41).

En el primer intento de escritura, el amanuense comienza el poema haciendo una enumeración, «un listín de objetos entre los que su patrón pudiera elegir» (Aira, 2006: 40). La enumeración se convierte rápidamente en un relato en potencia cuando se remite a todo lo que se halla en torno a ese punto inicial desde el que comenzó la enumeración. El funcionamiento de este procedimiento depende de la articulación que se haga de todos los elementos, mediante la que se presta especial atención para evitar los vacíos. «Darle una función activa a algunos elementos, y remitirse a los otros objetos auxiliares y adversos, para que la historia aparezca» (Aira, 2006: 41), dice Perinola. Como en los postulados de Leibniz, el secreto radica en el todo, en asegurar la continuidad. No obstante, acierta a señalar Mariano García que en el continuo airiano, en la construcción de su poética, «se tiende a evitar las construcciones simétricas» (2006: 37). Más aún, si, como se ha señalado anteriormente, los elementos pueden mantener una relación conflictiva con el conjunto, con el todo, entonces la obra de César Aira, Biografía, en particular, parece organizarse en torno a la idea de que, más allá el conflicto, fuera el apetito de argumento, la restauración del significado es lo que se vive como necesidad en unos relatos que, sin embargo, se leen como una instauración del sentido. El lector espera continuamente que, como las limaduras de hierro se orientan hacia su campo magnético, los elementos discretos de cada obra de César Aira acaben estableciendo una coherencia que justifique el conjunto. El fundamento ontológico que apuntala los relatos de César Aira no es solo la relación entre el todo y las partes, sino la jerarquía de estos, su dependencia, la forma en la que el lector se ve incesantemente movido a crear un sentido allí donde nunca lo hubo ni lo habrá. La sospecha de la «gran broma» se convierte en certidumbre, pero la certidumbre no se alza triunfante, sino que se enfrenta con la terca realidad de que la necesidad de comprensión es un rasgo ingénito en toda obra humana. Puede que Perinola se viera obligado a escribir una «historia que no fuera historia», puede que Biografía haya elaborado, por medio de sus reflexiones sobre trenes prehistóricos y modernos, un relato de vida que nunca podrá ser leído ni comprendido como su autobiografía y puede que, en ese preciso sentido, César Aira escriba novelas que no sean novelas.

Fuentes

Aira, C. Biografía, Mansalva. Buenos Aires, 2014.

____. Continuación de ideas diversas. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2014b.

____. Parménides. Barcelona: Random House Mondadori, 2006.

García, M. Degeneraciones textuales. Los géneros en la obra de César Aira. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2014.

Acerca del autor

Alexandra Saavedra Galindo

Doctora en Letras por la unam, maestra en Estudios Latinoamericanos (área de Literatura), por la misma institución, y licenciada en Lingüística y Literatura con énfasis en Investigación…

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Notas al pie:

  1. Cursivas de la autora