En Señales que precederán al fin del mundo Yuri Herrera representa la peregrinación de Makina como un viaje a Mictlan, el lugar o «el país de los muertos» (Nuñez y Martínez González), un viaje dividido en nueve pruebas, nueve niveles, nueve capítulos. Herrera retoma principalmente la descripción del Mictlan del Códex Vaticanus 3738, aunque incorpora también elementos de la que Fray Bernardino de Sahagún hace en Historia general de las cosas de la Nueva España. La concepción de la muerte en la cosmovisión náhuatl incide en la novela tanto en los nombres de los personajes como en la organización y concepción misma del relato. La ubicación del Mictlan ―debajo de la tierra y hacia el norte, según lo señalado por Alfredo López Austin y Miguel León Portilla― se convierte en la migración a los eua; el periplo de cuatro años que inicia cuando «los distintos componentes del cuerpo se disgregan» (López Austin, p. 361) para arribar a la residencia definitiva y entregarse «a una nueva actividad responsable» (López Austin, p. 360) se convierte en el proceso de desprendimiento de lo propio, de aquello que le otorga una identidad cultural a Makina, para cumplir con el deber de encontrar al hermano del otro lado y reunírsele.
El viaje que inicia al penetrar la tierra en el capítulo primero ―Tlalticpac, que Herrera designa como «1.La Tierra»― y finaliza con la llegada al último punto antes del Mictlan, Itzmictlán, «9. El sitio de obsidiana, donde no hay ventanas ni orificios para el mundo». Cabe mencionar que los niveles primero al quinto, el sexto y el noveno de Señales reproducen el orden y la traducción del Codex 3738 propuesta por López Austin en Cuerpo e ideología; en el quinto, Herrera sitúa el octavo en la relación de Sahagún; en el séptimo encontramos el octavo nivel de López Austin; finalmente en el octavo de Herrera hallamos el cuarto de la relación del fraile. Herrera abstrae la travesía hacia el norte y la convierte en un periplo hacia adentro, un viaje al que «no va más que el corazón» (Núñez y Martínez González, p. 55). Makina emprende el viaje, «el cruce» hacia el otro lado en una atmósfera atemporal, que permite una lectura tanto alegórica como histórica; transforma así el fenómeno histórico en mítico y lo explora como constante en una visión diacrónica en la que Makina espacialmente trashuma: de la periferia a la Ciudadcita, de la Ciudadcita al Gran Chilango, a la frontera, al «otro lado», y después a la búsqueda del hermano, la incertidumbre, la muerte.
Makina no migra porque así lo desea; la madre, Cora, le ha pedido que lleve a su hermano un mensaje; éste ha partido años antes para reclamar una tierra que supuestamente era del padre. Una cultura de la migración, cultivada, creada y recreada a través del mismo proceso migratorio: el padre, primero; después el hijo en busca de la herencia del padre; Makina, en búsqueda del hermano. La decisión del viaje no es una decisión solitaria, nace de un consenso familiar y requiere la activación de las relaciones de toda una comunidad. Lo primero que hace Makina, aún en la Tierra, es ir en busca del Señor Dobleú ―Tláloc (la W remite al vocablo water, agua en inglés, para eludir la desafortunada alusión que llamarlo Señor Te haría al personaje Mr. T, según refiere Herrera)― y el Señor Hache ―Huitzilopochtli― y al Señor Q ―Quetzalcóalt―; al primero para cruzar el río, al segundo para encontrar al hermano y al último para «volver». El capítulo inicia con la afirmación de Makina «Estoy muerta» y el capítulo es la preparación del cuerpo para el viaje; finaliza con el cuerpo listo ―marcado por las palabras del Señor Q, «Éste es tu corazón» (p. 23)― y el primer cruce, la invitación «a perseguir los umbrales» (p. 24).
Herrera reproduce la travesía: la vulnerabilidad del migrante ―el acoso, la estafa, el hacinamiento―, el peligro del viaje ―el río, el desierto, la border patrol―, las redes de ayuda y el rechazo ―el insulto, la segregación, la discriminación―. Makina encuentra al hermano, como lo predijo el Señor Q, después de la desesperación, en el capítulo séptimo, «El lugar donde son comidos los corazones de la gente» ―Teyollocualoyan―, en una base militar. El reconocimiento vacila. El hermano ha suplantado la identidad de un «gabacho» que en un arranque se enlistó voluntario para la guerra. El hermano ha ido al frente de batalla, conoce la guerra, es otro: «De súbito tenía dinero y un nombre nuevo, pero no tenía idea de qué hacer, hacia dónde ir, cuál se supone que era el rumbo de la persona con ese nombre» (p. 105).
La novela postula la imposibilidad del regreso al lugar de origen, en el que éste denota tiempo e identidad, no espacio. Makina hace lo pactado para volver al lugar del que partió en el capítulo final «El sitio de obsidiana, donde no hay ventanas ni orificios para el humo» ―Itzmictlán―, pero le entregan unos papeles en que ella es otra. Makina, aunque expresa horror ―«Me han desollado» (p. 123)― también entiende, en la últimas líneas «que lo que le sucedía no era un cataclismo; lo comprendió con todo el cuerpo y toda su memoria, lo comprendió de verdad y finalmente se dijo Estoy lista» (p. 123). Makina ha llegado a la región norte, al inframundo, a Mictlan, pero también a esa vida clandestina, subterránea ―underground― de los migrantes mexicanos en Estados Unidos.
Herrera recurre a la cosmovisión del inframundo predominante en el valle de México para plantear alegóricamente algunas de las aristas del complejo problema migratorio, las estratégicas relaciones implicadas en el fenómeno, los efectos suscitados en las comunidades de origen, las serie de complejos identitarios que se generan en los que se quedan y en los que migran, las diferentes etapas ―con sus costos, sus claves, etc.― en el paso al otro lado… De alguna manera, Herrera evoca esa otra imposición (vía migración) cultural que fue impuesta por los españoles: escribir en una lengua que en principio no era nuestra; así, Makina descubre esa lengua otra que no es español ni inglés; así una cosmovisión que parece lejana reaparece para brindar herramientas para comprender las particularidades del mundo nuevo.
Bibliografía:
Biblioteca Apostólica Vaticana. Codex Vaticanus 3738 («Cod. Vat. A», «Cod. Rios»). Graz: Akademische Druk / u. Verlagstalt, 1979.
Herrera, Yuri, Señales que precederán el fin del mundo. Cáceres: Periférica, 2009.
León Portilla, Miguel, La filosofía náhuatl estudiada en México. México: unam, 1983.
López Austin, Alfredo, Cuerpo e ideología. Las concepciones de los antiguos mexicanos. México: unam, 1980.
Martínez González, Roberto y Luis Fernando Núñez, «Viaje al Mictlan: una revisión crítica sobre el destino de las almas y los ritos funerarios en la fuentes tempranas y los contextos arqueológicos del posclásico», en Anales de Antropología, 43 (2009), (pp. 51-68) [https://goo.gl/UHjT2f].
Real Academia Española de la Lengua, Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en línea.
Sahagún, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva España, T.1. México: Editorial Pedro Robredo, 1938.
Siméon, Rémi. Diccionario de la lengua nahuatl o mexicana. Trad. Josefina Oliva de Coll. México: Siglo xxi, 1977.
Villalobos, Juan Pablo, Fiesta en la madriguera. Barcelona: Anagrama, 2010.