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Karla Suárez: Todos mienten

Karla SuárezLa Havane année zero. Paris: Métailié, 2012

La Havane année zero de la escritora cubana Karla Suárez apareció en las librerías francesas el año pasado publicado por el sello Editions Métailié, bajo el cual es posible encontrar las traducciones de sus dos novelas previas, Tropique des silences La voyageuse. Pero a diferencia de las anteriores, a La Havane… no la precede una edición en español, aun cuando fue escrita en este idioma con el apoyo del Centre National du Livre de Francia y que en 2012 se hizo acreedora del «Prix Carbet du la Caraïbe et du Tout-monde»1.

Los libros anteriores de Suárez han corrido suertes disímiles. Silencios ha sido la más afortunada de las publicaciones de Suárez. Escrita con la beca de creación «Razón de ser» de la Fundación Alejo Carpentier en 1998, el relato se hace acreedor del premio de novela Lengua de Trapo de 1999 ―año en que la escritora se establece en Roma―, junto con La piel de Inesa del también cubano Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970). Sin embargo, es hasta 2008 que aparece en la isla una edición nacional por Letras Cubanas, cuando la novela ya contaba con traducciones a cinco idiomas ―al italiano, alemán, francés, portugués y esloveno―, en algunos de ellos con más de una edición. Silencios es una de las novelas cubanas mejor logradas de la narrativa de los noventa, pues consigue condensar los complejos conflictos político-sociales de las distintas generaciones y grupos sociales que han integrado la población cubana de cuatro décadas ―en 1999― de Revolución en una familia; la novela es un bildungsromanen la que el crecimiento de la narradora sin nombre se lleva a cabo a partir de un continuo proceso de inestabilidad y desintegración familiar, que paradójicamente hace más felices a sus miembros. La novela merece un análisis detallado en una próxima publicación de este espacio; hasta entonces, destaco que también en 2002 rba  y en 2008, Punto de Lectura, reeditaron la novela.

Karla Suárez fue incluida en el grupo de 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años en el «Hay Festival» y «Bogotá Mundial del libro» en 2007, su obra, particularmente sus últimas dos novelas, han padecido un desventura editorial. La publicación primero en francés de Ellos mienten como La Havane année zero da cuenta de las políticas editoriales tanto en el sui generis comunismo cubano como en el negocio editorial, capitalista, en el mercado hispanohablante y en el francés. Si bien es cierto que el título que adquiere la novela para la editorial gala hace eco de una frase que aparece varias veces en el texto para referir el momento más críticos de la crisis económica del Periodo Especial, el terrible año de 1993, éste busca atraer al lector a partir de ese halo que emana Cuba y que Iván de la Nuez ha llamado fantasía roja o el parque temático del socialismo.

Teléfono descompuesto…

El hilo conductor de la novela es la búsqueda de un manuscrito que probaría que el italiano Antonio Meucci inventó el teléfono en el primer lustro de 1850, es decir, mucho antes que Graham Bell, cuya patente es de 1876. Los esquemas que contiene dicho manuscrito pertenecen a los experimentos que Meucci realizara durante su estancia en La Habana entre 1835 y 1849, a donde había llegado contratado como maquinista del teatro El Tacón, y que formaban parte de un teléfono rudimentario que el italiano instalara para facilitar la comunicación interna del teatro. El teléfono fue inventado en Cuba, repite la novela constantemente como una ironía, “El teléfono habría sido inventado en esta ciudad [La Habana] donde casi nunca funcionaba [Le téléphone aurait été inventé dans cette ville où il ne fonctionnait presque jamais.]”2 (13).

La narradora, una perspicaz matemático, nos revela el huracán de intrigas que se levantan entre los conocedores de la existencia del documento de Meucci como parte una herencia familiar que se pasa de madre a hija. Para ello, la narradora otorga a todos los involucrados nombres clave como una estratagema para dotar la historia de la ilusión de testimonio, de confidencia, “Prefiero ocultar los verdaderos nombres de las personas involucradas para no herir susceptibilidades” [Je préfère cacher les veritables noms des personnes impliquées pour ne pas heurter les sensibilités”] (11); así, se autonombra Julia ―que toma del matemático francés Gastón Julia― y otorga los nombres de Euclides ―como el matemático griego―, Ángel y Leonardo ―como Leonardo Da Vinci― a los hombres que buscan, por motivos distintos, el documento manuscrito de Meucci. La narradora está en el centro de las pugnas entre Euclides, Ángel y Leonardo; en las que el manuscrito solo es el catalizador, pues estos tres hombres están unidos, además, por sus líos con tres mujeres: Margarita, Julia y Bárbara.

Para Euclides, ex catedrático de la Universidad de La Habana, el documento representa la posibilidad de figurar en el mundo académico internacional y la oportunidad de resolver sus penurias económicas. En cambio para Ángel, al inicio, el manuscrito es la posibilidad de clausurar una historia amorosa, pues su ex esposa es la legítima propietaria del documento; después, el papel se convierte es una solución para sus problemas económicos. Finalmente, Leonardo busca el pliego para anexarlo a la novela que escribe sobre la invención del teléfono en Cuba. Euclides piensa que Leonardo, el mejor amigo de su hija, tiene el manuscrito; éste, a su vez, está seguro que Ángel, el ex marido de su amiga, es quien lo guarda, y éste último cree que es el padre Margarita el poseedor del documento.

El enredo crece en proporciones porque Julia conoce la existencia de Meucci y la historia de la invención del teléfono en Cuba por Leonardo en una fiesta a la que asiste acompañada de Ángel, de quien está enamorada; sin embargo, descubre la existencia del manuscrito y emprende la búsqueda por su amigo, ex asesor de tesis y ex amante, Euclides. A lo largo de la novela Julia establece diferentes pactos para la pesquisa, mismos que rompe uno a uno cuando descubre que tanto Euclides, Ángel y Leonardo mienten, que la han engañado. Euclides ha vendido y publicado un artículo que es resumen de sus tesis en una revista científica extranjera; Ángel la ha engañado con Bárbara, una periodista italiana, y Leonardo le ha ocultado la rivalidad amorosa con Ángel a causa de Margarita. Ellos mienten.  De tal forma que Julia van cambiando de aliados, Euclides, Ángel, Leonardo y, por último, Bárbara. A lo largo de la novela ésta última, amiga de Leonardo, ha intentado acercarse a Ángel y a Euclides para comprar el documento de Meucci y publicarlo en Italia.

Hacia el final de la novela Julia se descubre en una empresa inútil en la que se da cuenta se pone de manifiesto los cambios que opera la crisis económica en las dinámicas sociales y los valores individuales. Está de más decir que el documento está perdido para todos.

 

Los riesgos asumidos

Con Ellos mienten Karla Suárez asume varios riesgos. Por un lado, el registro intimista de la novela, pues en el centro de la pesquisa está el enredo amoroso entre los personajes; por otro, la tematización de las condiciones socioeconómicas del Periodo Especial, la crisis que sobrevino a Cuba tras la caída del Bloque Soviético en 1989-1990; y finalmente, referir la investigación histórica de la invención del teléfono. Afortunadamente para el lector, logra dosificar y alternar efectivamente estos tres ejes de la historia al hacerlos parte constitutiva de la evolución de la intriga y del desarrollo de la narración.

El enamoramiento que experimenta Julia por Ángel es por momentos casi irracional, pues lo idealiza. Julia parece caer en la dinámica gastada del melodrama, un accidente la coloca en una posición vulnerable de la que es rescatada por obra de la casualidad por un hombre atractivo, sensible, soltero y que vive solo. Julia lo dota de un halo de príncipe encantador y Ángel se encarga de crearse un aura de alma atormentada, que incita en la narradora un sentimiento instintivo de protección. Lo interesante es que la voz narrativa (del presente de la narración) a diferencia del personaje (que pertenece al ámbito de lo narrado) mantiene una distancia afectiva con referencia a las acciones; es consciente tanto de la ilusión que construyó sobre Ángel como de la posición en la que las palabras y las acciones de éste lo sitúan, sin ser irónica o adelantar eventos. Esta línea narrativa funciona como uno de los impulsos más fuertes de la intriga, aunque es uno de los menos importantes de la configuración de la novela.

Uno de los motivos que hace a Ángel tan atractivo para Julia es que posee un departamento en El Vedado, una zona céntrica de La Habana, mientras que ella vive con su familia, sus padres, su hermano y su cuñada, en la lejana región habanera de Miramar. Si bien se repite constantemente que la narración se desarrolla en el “año cero” de Cuba, las referencias a las condiciones económicas se hacen como contexto necesario al desarrollo de las acciones, o bien, como reflexiones de carácter sociológico. Los personajes toman té de toronjil [“citronelle”] para espantar el hambre, pero también van a paladares; Leonardo dona sangre para conseguir una botella de ron, lo mismo que recibe dinero cuando publica relatos en revistas extranjeras; Ángel recibe dinero de su madre; Chichí, hijo de Euclides, un joven escritor, hace pequeños menesteres y estafas para conseguir algo de dinero. Sobre todo, el personaje de Bárbara es el que enfatiza la crisis económica.

Supuestamente una periodista italiana interesada en los noveles escritores cubanos, Bárbara ha llegado a la isla para ayudar a Leonardo a comprar el documento de Meucci y publicarlo en Italia. La narradora, hacia el final de la novela, se percata que Bárbara ha sido tratada como la «gallina de los huevos de oro», pues es quien ha invitado comidas, pagado bebidas, rentado autos, etc. y es a quien todos intentan atraer o engañar para vender el manuscrito de Meucci. Hastiada de la serie de mentiras de Ángel, Euclides y Leonardo, Julia intenta sincerarse y solidarizarse con Bárbara, solo para descubrir que ésta también guarda un secreto. La confesión de Bárbara hace que Julia reflexione sobre el comportamiento desorbitado de los personajes y de la sociedad cubana en el contexto de la crisis; ésta es una de las partes climáticas de la novela. Asimismo, la figura estereotipada de la extranjera explotada es subvertida cuando ella devela a Julia que en realidad es una cubano-italiana.

Cabe destacar que la mirada y las reflexiones sobre la crisis a veces se cristalizan en la configuración de sugerentes imágenes, como la del nuevo centauro, mitad hombre, mitad bicicleta; en la construcción de paradojas formadas con el contraste entre la narración histórica de la Cuba de Meucci y las condiciones de los noventa; y en la mirada retrospectiva entre el tiempo de la narración y el de lo narrado. La novela misma parece postular la hipótesis de que los mayores estragos de la crisis no son económicos sino morales; todos los personajes están fuera de sí, no actúan conforme a su voluntad sino movidos sólo por un instinto de supervivencia que suprime todo principio moral o ético. Así, pone en evidencia que, como afirma Jorge Fornet en Los nuevos paradigmas, la crisis del Periodo Especial fue la detonación de una serie de tensiones acumuladas durante años; una crisis tanto económica como moral, como lo señala Velia Cecilia Bobes en Los laberintos de la imaginación.

De La Havane année zero a Ellos mienten

Esperamos contar en un futuro cercano con la publicación de la novela en la versión original en español para poder apreciar el trabajo del idioma y la configuración original de la novela, tanto para corroborar la calidad literaria de la narrativa de Karla Suárez. Sea pues, nuevamente, este texto una invitación a los lectores para acercarse a los libros de esta escritora cubana.

Acerca del autor

Ivonne Sánchez Becerril

Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Doctora y maestra en Letras por la UNAM. Licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la UABC…

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Notas al pie:

  1. “El prestigioso Prix Carbet de la Caraïbe fue creado en 1990 para recompensar y promover obras de reflexión o de ficción que ilustren la unidad-diversidad del Caribe y las Américas y está muy ligado a la figura de Édouard Glissant quien durante veinte años fue el presidente del jurado.” En 2012 “el jurado, presidido por  Patrick Chamoiseau, decidió por unanimidad premiar La Havane année zéro.” Según apareceré en la nota que informa del premio en la página de Karla Suárez www.karlasuarez.com  En 2011, otro cubano, Leonardo Padura, gana el premio con L’homme qui aimait les chiens, también publicado por Éditions Métailié.
  2. Puesto que no dispongo de la versión original de la novela, me veo en la penosa necesidad de (re)traducir del francés al español el texto, solo para hacer más amable este trabajo, por lo que, por supuesto, mis palabras, seguro, serán distintas del original inédito en español. Sirva entonces esta nota y el presente trabajo como una protesta y una invitación, a casas editoriales y lectores respectivamente, a prestar atención a la obra de Karla Suárez.