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Silbidos de miedo. Enero, cuando todo termina

…el tiempo cargado de cosas que
llegan y pasan, llegan y pasan pero no
pueden apartarse.

Enero, Sara Gallardo

 

Gallardo, Sara. 2019. Enero. Colombia: Fiordo – Laguna Libros, 99 pp.

 

La labor de dos editoriales independientes, Fiordo, de Argentina, y Laguna Libros, de Colombia, ha hecho posible que, desde abril (2019), vuelvan estar presentes en las librerías latinoamericanas algunos ejemplares de Enero (1958), la primera obra de la escritora argentina Sara Gallardo (1931-1988). Esta reedición viene precedida por el reciente interés que, a su vez, han despertado las reediciones de dos de las novelas más conocidas de Sara Gallardo, Eisejuaz (1971) y Los galgos, los galgos (1968), publicaciones que estuvieron a cargo de Clarín, serie Clásicos argentinos (2000), Cuenco de plata (2014), y Elefante blanco (1996), Sudamericana (2017), respectivamente. Volver a publicar y leer la obra de Sara Gallardo permite recordar el valor de la revisión de la tradición y la vigencia del canon literario. Asimismo, hace posible poder disfrutar de nuevo de una de las más interesantes y eminentes autoras argentinas, una artista acaso injustamente olvidada.

Sara Gallardo en París (1948), Tomada de http://ciacentro.org.ar/node/1659

Enero es una novela breve, cuya extensión no supera las cien páginas, pero en las que se encuentra condensada toda la intensidad dramática del desmoronamiento de la vida de Nefer, su protagonista. Enero es una reflexión sobre la soledad, la tristeza, el silencio, el poder social, económico y religioso en la pampa argentina del medio siglo, y sobre los lamentables, y aún muy actuales, problemas de violencia sexual con los que debe enfrentarse una adolescente, cuya vida siempre estuvo condicionada por lo que opinaban y creían los demás, y no por las decisiones que ella misma pudo haber tomado.

Con una elegante y sutil maestría narrativa, Gallardo crea un ambiente en el que el tiempo se suspende, se transforma en un ahora perpetuo que se alarga indefinidamente, un periodo sin categoría y sin definición. El lector sigue las reflexiones de Nefer mientras esta atraviesa los campos, atiende el ganado, plancha la ropa o cabalga angustiada, dejando oír un grito ahogado de infortunio. La adolescente violada y embarazada prefiere enfrentarse con la muerte antes que con el destino que la espera. Y mientras juega con su perro, como haría cualquier niña de su edad, en lugar de diversión, «sacude en él a la gran confabulación que la cerca: su desdicha confabulada con el tiempo, confabulado con su cuerpo, todos contra ella sola, unidos como un triple gigante impávido» (45).

En Enero el lector se enfrenta con una historia desgarradora, pero que está narrada de una manera excepcionalmente bella. El lenguaje que emplea Sara Gallardo da cuenta de un cuidadoso y medido trabajo narrativo que hace posible que se perciba cómo la preocupación y la soledad de Nefer lo invaden todo; cómo se adueñan, incluso, de los momentos en los que la adolescente se permite fantasear con el Negro, el joven del que está platónicamente enamorada: «–Negro –piensa–. Negro. Después endereza el balde, lo fija en las rodillas y ordeña. Cuando levanta los ojos, las estrellas han variado de sitio y Nefer es el centro de ese cielo, que va girando alrededor de su cabeza como una pesada nave reluciente, víctima del tiempo, dócil a las horas como ella misma, y la angustia le cierra las manos sucias de tierra y leche» (51). A través de las páginas el lector consigue respirar el olor de la pampa que, a su vez, se mezcla con el aire entrecortado, cálido y terroso, lleno de la desesperanza que respira la muchacha.

En ese mismo sentido, vale la pena destacar el refinado tono con el que Gallardo aborda temas como la desigualdad social, las violaciones, el aborto o el matrimonio infantil. La sociedad rural de Enero no se corresponde con los estereotipos del mundo rural descrito en otras obras literarias. Al contrario, la novelista da cuenta de la impunidad, del silencio y, por lo tanto, de la complicidad de la sociedad que está más interesada en revictimizar a la adolescente que en buscar justicia ante un delito.

Portada: Enero, Sara Gallardo

Gallardo no idealiza la vida en el campo, ni la tranquilidad o los valores de quienes habitan las estancias pampeñas. En cambio, la representación expone lo agria, cruel y limitada que es la vida de quienes allí habitan, especialmente, de las mujeres que no solo son víctimas de violencia sexual, sino de todos los elementos implícitos en la violencia de género. Además, exhibe cómo el control social del estanciero y de la patrona se impone sobre todo; cómo incide, especialmente, en la vida de sus trabajadores y sus familias. Las creencias, valores, religión y modos de vida del estanciero y de la patrona se reproducen sin quejas ni discusión alguna entre los empleados.

Finalmente, la voz de Nefer se parece más a un lamento, sin destinatario, emitido en el espacio, que a un grito de socorro que espera ser atendido por quienes deberían protegerla. Ella lo sabe, a su alrededor solo hay silencio. Un silencio que antes se detenía a disfrutar, pero que ahora marca el ritmo a su tragedia: «Una avispa vibra y vibra volviendo tembloroso el silencio» (73). Su familia, la policía, la iglesia, la patrona, todos le dan la espalda, eligen mirar hacia otro lado, aceptar y callar. Nadie dirá nada sobre lo que le ha ocurrido a Nefer. Nadie abrirá la boca si no es para colaborar en el anuncio de su condena. Sin alarma ninguna de conciencia, las personas que cree que pueden ayudarla la entregan a su verdugo. En Enero se representa la tragedia de una joven desamparada que, vestida de gala y con ropa prestada, se dirige hacia una nueva vida, que será, con seguridad, su muerte en vida.

Acerca de la autora

Alexandra Saavedra

Alexandra Saavedra Galindo

Doctora en Letras por la unam, maestra en Estudios Latinoamericanos (área de Literatura), por la misma institución, y licenciada en Lingüística y Literatura con énfasis en Investigación…

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